Se refiere a las lesiones de los componentes osteoarticulares y ligamentosos que se ubican en la región cervical (vértebras del cuello y estructuras blandas adyacentes), sin implicar fracturas óseas completas. Las luxaciones consisten en la pérdida total de la congruencia articular, en la que una vértebra se desplaza o separa de su posición normal, mientras que los esguinces o desgarros implican un estiramiento o rotura parcial de los ligamentos cervicales responsables de la estabilidad. Dichas lesiones suelen presentarse por movimientos súbitos de hiperflexión, hiperextensión o rotación forzada, típicos en accidentes de tráfico (latigazo cervical) o caídas. Aunque a menudo no hay daño neurológico mayor, un mal tratamiento conlleva inestabilidad crónica, dolor persistente y riesgos de afectación medular en el largo plazo, de ahí la importancia de su identificación y manejo adecuado.
| Tipos |
1. Luxación cervical pura: Articulaciones facetarias dislocadas de manera completa. 2. Subluxación facetaria: Desplazamiento incompleto que no interrumpe totalmente el contacto articular. 3. Esguince cervical leve: Estiramiento ligamentoso sin rotura significativa. 4. Esguince o desgarro severo: Ruptura parcial o completa de uno o más ligamentos, acompañado de inestabilidad vertebral. 5. Desgarro muscular asociado: Lesión simultánea de músculos paravertebrales, potenciando la inestabilidad. |
| Síntomas |
Las más frecuentes provienen de accidentes de coche (el ‘whiplash’ en colisiones traseras) o caídas que implican un impacto rápido en la cabeza. La práctica de deportes de contacto y la manipulación inadecuada del cuello en actividades de riesgo también pueden provocar luxaciones y esguinces. En personas con debilidad ligamentosa o alteraciones degenerativas, fuerzas menores bastan para desencadenar estas lesiones. Las maniobras quiroprácticas excesivas, aplicadas sin precaución, rara vez conducen a esguinces graves. |
| Causas |
El dolor cervical, a menudo referido como dolor en la nuca y la parte superior de la espalda, es el signo más frecuente. Se puede presentar rigidez del cuello, limitación de los rangos de movimiento (dificultad para girar la cabeza o inclinarla) y espasmos musculares. A veces, hay cefaleas occipitales y mareos, así como hormigueo o adormecimiento en brazos si los nervios cervicales se ven comprometidos. En luxaciones severas, se advierte deformidad y un dolor extremo al mínimo intento de rotar el cuello. En lesiones graves mal manejadas, pueden aparecer signos de compresión medular (debilidad, alteraciones sensoriales) aunque no es lo más habitual. |
| Diagnóstico |
Tras la inmovilización precautoria del cuello, se realizan radiografías cervicales en distintas proyecciones (lateral, AP y odontoides) para evidenciar la alineación vertebral y descartar fracturas. La radiografía en flexo-extensión se usa para detectar inestabilidad. La tomografía computarizada define con precisión el desplazamiento óseo, mientras que la resonancia magnética evalúa ligamentos, discos y la médula espinal. En luxaciones facetarias, la TC revela la posición anómala de los procesos articulares; con esguinces y desgarros, la RM pone de manifiesto el edema ligamentario o roturas parciales. |
| Tratamiento |
El abordaje inicial consiste en inmovilizar el cuello con un collarín cervical que restringe el movimiento, especialmente en luxaciones y esguinces moderados o severos. Para luxaciones facetarias, a veces se requiere maniobras de reducción cerrada bajo control fluoroscópico o quirúrgico, seguida de estabilización interna si la inestabilidad es importante. En esguinces leves, el tratamiento conservador (analgésicos, antiinflamatorios, fisioterapia) suele bastar. Los ejercicios suaves de rango de movimiento, una vez controlado el dolor agudo, previenen la rigidez y la cronicidad. Cuando los ligamentos están muy dañados y hay riesgos de subluxaciones recurrentes, se plantea la fusión cervical de uno o varios niveles para garantizar la estabilidad. |
| Complicaciones |
La inestabilidad vertebral es el principal peligro: si no se consolida correctamente, puede haber futuras subluxaciones y episodios de dolor crónico, con riesgo de compresión nerviosa. Los síndromes de latigazo cervical mal gestionados generan dolores y limitaciones prolongadas que afectan la calidad de vida. En casos extremos, la dislocación puede desencadenar compresión medular y provocar déficits neurológicos irreparables, como pérdida de fuerza o sensibilidad en extremidades superiores, e incluso tetraplejía en los peores escenarios. |
| Prevención | La principal estrategia preventiva se centra en la seguridad vial: uso de reposacabezas ajustados correctamente y cinturones de seguridad para reducir la incidencia del latigazo cervical. En el entorno deportivo, el uso de protectores cervicales, una técnica adecuada y la fuerza muscular del cuello disminuyen la probabilidad de esguinces y luxaciones. Se recomiendan calentamientos adecuados y la evitación de giros bruscos cuando se realizan actividades de alto riesgo. En espacios laborales, la manipulación de cargas pesadas debe practicarse con formación y equipos adecuados que prevengan movimientos bruscos del cuello. |
| Conclusión | Las lesiones de los ligamentos y articulaciones cervicales, como esguinces, luxaciones y desgarros, son comunes en accidentes de tráfico (latigazo cervical), caídas o traumatismos deportivos. El diagnóstico se basa en la exploración física, radiografías y, en casos complejos, resonancia magnética. El tratamiento incluye inmovilización con collarín cervical, analgesia y fisioterapia para recuperar la movilidad. En casos graves con inestabilidad vertebral puede requerirse cirugía. La rehabilitación es clave para prevenir secuelas como dolor crónico o limitación funcional. Fuente: Binder AI (2007). 'Cervical sprains and whiplash' en Rheumatology. Ivancic PC (2012). 'Whiplash injury mechanisms' en Journal of Orthopaedic Research. |
