Traumatismo de vasos sanguíneos a nivel del cuello

Abarca las lesiones de arterias y venas que discurren por la región cervical, incluyendo las carótidas, vertebrales y yugulares, cuando se produce un traumatismo directo o un mecanismo de hiperextensión que lesiona la pared vascular. Puede generarse un desgarro íntimo, una transección parcial, una fístula arteriovenosa o formación de un seudoaneurisma. Aunque no es tan frecuente como las fracturas cervicales, el traumatismo vascular cervical conlleva riesgo de hemorragias masivas, trombosis o embolias que afecten estructuras intracraneales. Aparece tras accidentes automovilísticos, caídas, heridas punzocortantes en cuello o movimientos extremos que provoquen estiramiento de la arteria (disección).

Tipos

1. Disección de la arteria carótida interna: Fisura en la capa íntima que provoca un hematoma intramural y posible ictus.

2. Lesión en la arteria vertebral: Pueden suceder con giros violentos del cuello, ocasionando síndrome de Wallenberg si impacta la circulación posterior.

3. Heridas penetrantes del cuello que seccionan o perforan carótidas o venas yugulares.

4. Hematomas expansivos en la región cervical, con riesgo de compromiso de vía aérea o shock hipovolémico.

Síntomas

Accidentes de tráfico con hiperextensión del cuello (por ejemplo, si el paciente golpea la barbilla y sufre un estiramiento excesivo de la arteria carótida), heridas de arma blanca o de bala en el cuello, o maniobras de estrangulación son escenarios típicos. En menor escala, manipulaciones cervicales bruscas o movimientos repentinos durante deportes de contacto (lucha, artes marciales) también pueden lesionar los vasos, especialmente cuando existe alguna fragilidad arterial preexistente.

Causas

En las lesiones penetrantes, se aprecia sangrado externo notorio, inflamación rápida del cuello o shock hipovolémico. Si el vaso está parcialmente afectado, puede formarse un hematoma pulsátil o una fístula. En la disección de la carótida, existe dolor cervical unilateral, cefalea y signos neurológicos isquémicos (por ejemplo, hemiparesia, amaurosis fugaz) según la distribución arterial. Puede aparecer ronquera por lesión del nervio laríngeo o disfagia si la compresión del hematoma dificulta el paso de alimentos. Los ruidos vasculares anormales (soplos) se detectan en ocasiones con estetoscopio o eco-Doppler.

Diagnóstico

El diagnóstico preciso requiere el uso de angiotomografía o angiorresonancia para visualizar el daño en la pared vascular. El eco-Doppler cervical ofrece un primer acercamiento y puede mostrar turbulencias o reducciones del calibre en la arteria. En casos de heridas penetrantes, se inspecciona la extensión de la lesión y la presencia de sangrado activo. Arteriografías digitales proporcionan detalle anatómico y permiten, además, intervenciones endovasculares terapéuticas (embolizaciones o stent). Evaluaciones neurológicas descartan eventos isquémicos o hemorrágicos intracraneales secundarios.

Tratamiento

La prioridad es asegurar la hemostasia y la estabilidad hemodinámica. En heridas penetrantes con sangrado masivo, se realiza compresión directa y, si es posible, cirugía vascular de urgencia para reparar o ligar la arteria/vena dañada. En disecciones arteriales, se opta por anticoagulación o antiagregantes plaquetarios dependiendo del riesgo de ictus, y en algunos casos, se coloca un stent. Cuando existe un seudoaneurisma, se valora su exclusión endovascular con coils. La protectores del cuello y la intubación precoz previenen la asfixia si un hematoma comprime la tráquea. La rehabilitación posterior se dirige a recuperar funciones si el paciente experimenta deficiencias neurológicas.

Complicaciones

Las más graves involucran hemorragias masivas con shock, obstrucción de la vía aérea (si el hematoma se expande en el espacio retrofaríngeo), ictus isquémico por trombosis o embolismo distal tras la disección y daño neurológico duradero. Las fístulas arteriovenosas crónicas pueden generar insuficiencia cardíaca de alto gasto si no se corrigen. La coagulopatía, la infección de la herida o la cicatrización defectuosa constituyen otros riesgos secundarios. El pronóstico depende de la rapidez de la atención y de la localización del vaso afectado.

Prevención

Medidas de seguridad vial y laboral que protejan el cuello disminuyen los traumatismos vasculares. Evitar maniobras cervicales bruscas en terapias sin control es vital. Los deportistas de contacto deben usar equipos protectores y seguir técnicas correctas que impidan estrangulaciones extremas. Para pacientes con riesgo vascular elevado (aneurismas, displasias), se aconseja control médico constante, evitando actividades de alto impacto que puedan desencadenar una disección.

Conclusión Los traumatismos de los vasos sanguíneos a nivel del cuello revisten gran peligro por la posibilidad de hemorragias externas o internas, compromiso respiratorio y eventos isquémicos en el cerebro. Su detección rápida mediante angiografía o angio-TC, seguida de tratamiento vascular (quirúrgico o endovascular), puede salvar la vida y prevenir secuelas graves. La prevención consiste en extremar los cuidados en zonas de riesgo, aplicar medidas de protección física y evitar maniobras forzadas sobre el cuello. Un diagnóstico oportuno y un abordaje multidisciplinario (cirujano vascular, neurocirujano) maximizan las probabilidades de recuperación.

Fuente: OMS
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