El traumatismo intracraneal es toda lesión que afecta el contenido del cráneo (encéfalo, meninges, vasos sanguíneos) a raíz de un impacto o fuerza externa. Abarca contusiones, hemorragias (epidural, subdural, subaracnoidea, intracerebral), lesiones axonales difusas o la combinación de varias. Cuando no se encuadra en categorías más específicas por tipo de hemorragia o localización, se incluye en este epígrafe genérico. Su gravedad varía desde una conmoción leve sin secuelas aparentes hasta traumas severos con riesgo inminente de muerte o daño neurológico irreversible. La presentación clínica puede ser aguda, con pérdida de conciencia, confusión o déficit focal, y la confirmación del tipo de lesión se realiza mediante estudios de imagen (TC craneal o resonancia).
| Tipos |
1. Conmoción cerebral: Pérdida transitoria de la conciencia o estado de confusión, sin hallazgos estructurales en la TC. 2. Contusión cerebral: Áreas focales de magulladura y sangrado superficial en la corteza encefálica. 3. Hemorragias intracraneales diversas (subdural, epidural, intracerebral) que, si no se clasifican de manera específica, se ubican en traumatismos intracraneales. 4. Lesión axonal difusa: Daño microscópico difuso de las fibras nerviosas tras aceleraciones y desaceleraciones bruscas. |
| Síntomas |
Golpes directos en la cabeza (accidentes de tráfico, caídas, agresiones), movimientos de aceleración-desaceleración intensos (p. ej., sacudidas violentas) o impactos por proyectiles pueden dañar el tejido cerebral y los vasos. La fragilidad craneal (osteoporosis, lesiones previas) y la ausencia de dispositivos de seguridad (cinturones, cascos) incrementan la probabilidad de traumatismo intracraneal. Además, el consumo de alcohol o drogas puede predisponer a caídas y accidentes más graves. Dependiendo de la dirección y fuerza del impacto, las lesiones pueden concentrarse en zonas concretas (contusión frontal, hematoma temporal) o ser difusas. |
| Causas |
Las manifestaciones abarcan desde mareos, cefaleas y confusión, hasta pérdida de conciencia, convulsiones, déficit focal (parálisis de una extremidad, dificultad para hablar) o coma. Pueden aparecer vómitos, diplopía, alteraciones del comportamiento, respiración irregular o cambios en la reactividad pupilar. En traumatismos severos, la hipertensión intracraneal se evidencia con cefalea intensa, vómitos en proyectil y disminución progresiva del nivel de conciencia. Si la lesión no se trata de manera adecuada, puede empeorar la compresión cerebral, conduciendo a secuelas neurológicas permanentes o muerte. |
| Diagnóstico |
El examen inicial suele realizarse mediante la escala de coma de Glasgow para valorar la conciencia. La tomografía computarizada (TC) de cráneo es la prueba de imagen de primera línea: identifica fracturas, hematomas (epidurales, subdurales) y contusiones cerebrales. Cuando persisten dudas o para mayor detalle, se recurre a la resonancia magnética. Además, se monitoriza la presión intracraneal en traumatismos severos. El descarte de complicaciones asociadas (por ejemplo, lesión cervical) es esencial para un abordaje global. Si el traumatismo intracraneal no se adscribe a un tipo preciso de hemorragia o fractura, permanece en este epígrafe general. |
| Tratamiento |
Los casos leves pueden requerir solo observación, reposo y analgésicos para cefaleas. En lesiones moderadas o graves, la prioridad es estabilizar las funciones vitales: asegurar la vía aérea, administrar oxígeno y mantener una presión arterial estable para sostener la perfusión cerebral. La monitorización en UCI permite vigilar la presión intracraneal y el estado neurológico. Los hematomas intracraneales que causan compresión se evacúan quirúrgicamente, mientras que la lesión axonal difusa y las contusiones se manejan con cuidados intensivos, fisioterapia posterior y rehabilitación para minimizar las secuelas cognitivas. La prevención de crisis epilépticas con anticonvulsivantes profilácticos y la sedación controlada pueden ser necesarias en ciertos pacientes. |
| Complicaciones |
Pueden surgir edemas cerebrales, hernias intracraneales, epilepsia postraumática o infecciones si hay fractura abierta de cráneo. El coma prolongado conlleva un alto riesgo de secuelas motoras y cognitivas (desde parálisis hasta deterioro en memoria y lenguaje). Incluso en traumatismos clasificados como moderados, existe la posibilidad de deficiencias cognitivas sutiles o cambios en la personalidad a largo plazo. La tasa de mortalidad varía según la rapidez del tratamiento y la magnitud de la lesión, siendo alta en hemorragias intratabla y en la lesión axonal masiva. |
| Prevención | Enfocarse en la prevención de accidentes: uso de cascos en motocicletas y bicicletas, cinturones de seguridad en vehículos, protección en deportes de contacto y campañas de seguridad vial. Evitar el consumo de alcohol o drogas al conducir o manipular maquinaria pesada. En hogares y espacios públicos, medidas como barras de sujeción, iluminación adecuada y suelos antideslizantes evitan caídas en ancianos y personas con movilidad reducida. La difusión de educación sobre cómo actuar ante un golpe fuerte en la cabeza (acudir a urgencias para descartar lesiones graves) es crucial para reducir complicaciones posteriores. |
| Conclusión | Los traumatismos intracraneales engloban hematomas (epidurales, subdurales), contusiones cerebrales y daño axonal difuso. Su gravedad depende del mecanismo lesional y la presencia de hipertensión intracraneal. La tomografía computarizada es clave para el diagnóstico. El tratamiento incluye monitorización neurológica, manejo médico de la presión intracraneal y, en algunos casos, intervención quirúrgica. Las secuelas cognitivas y motoras son frecuentes, necesitando rehabilitación multidisciplinaria. Fuente: Maas AIR, et al. (2017). 'Traumatic brain injury' en Nature Reviews Disease Primers. Stocchetti N, et al. (2017). 'Severe traumatic brain injury' en Intensive Care Medicine. |
